ATARDECER EN CHOVET (viernes 2 de octubre de 2009)
El sol es una ficha,una moneda de orointroducida en las entrañas de la tierrapor alguna mano divinapara darle cuerdadurante la nochey cobrarse el cambiocon las primeras luces del alba.LA LLEGADA DEL PC
Los dos absortos frente al monitor
mientras el icono de un documento
vuela de una carpeta a otra.
Ambos rondan los sesenta.
Cerca de cuarenta
viviendo en esta casa,
cultivando y criando ganado.
Y hoy, de repente,
llegó un joven inquilino:
la computadora.
CLUB SAN MARTÍN DE CHOVETNos bajamos del auto y entramos en la sede social del club deportivo en el que David de Gregorio jugó al fútbol durante su infancia y su adolescencia.
Nos recibe Pelusa, el vetusto anfitrión del lugar. Comenzamos a conocer a la muchachada: Chelo (que desde el comienzo de la velada nos tiene a cuerpo de rey), Falasquito (que va y viene descargando el equipo de sonido); Manzana (el antiguo DT, o entrenador, en la época de David) y Velázquez (cocinero del lugar y primer compañero de batallas musicales del
enano en
Contragolpe). Todos encantadores hasta decir basta.
La gente va llegando.El primer pase lo haremos tras la cena, cuando todavía está a medio aforo la parte del salón de actos habilitada para esta cena-show.
Tras el descanso, al que llegamos en escalada, haciendo un recorrido por temas tranquilitos pero subiendo la intensidad hasta tocar
El Tambor, se viene el estallido, que diría la Bersuit. Ha llegado toda la pibada. Jóvenes y no tanto. Todos los amigos y conocidos de infancia y adolescencia de David. Entre ellos, varios que participarán también en el show de modo improvisado: el Chileno (con el que David interpreta el más famoso de los hits de su antigua orquesta Maravedi, de cumbia y cuarteto)
y Chabón (que se canta una de Fito). Nosotros hace ya rato que nos vinimos arriba, arrancando palmas de las manos chovetenses y algún que otro coro multitudinario de sus gargantas.
Es emocionante ver a buena parte del pueblo volcado con el pibe que marchó para la Europa y que ahora regresa trayendo consigo a unos cuantos gallegos. Tangos, Chacareras... y cuando la ola ya es imparable, repetimos el tambor, la canción que sabe a esta tierra y que nos hace alcanzar el clímax de la actuación cuando dice
con la garganta en la cancha, cuando la hinchada se ensancha, para gritar ese gol!
Del resto de la noche, comentar que no dejamos de ser agasajados en ningún momento hasta llegado el alba, cuando dijimos hasta pronto a este gentío hospitalario que espera nuestro regreso el domingo 11, cuando actuaremos en plena plaza del pueblo.
NEWELLS OLD BOYS
Debería ser algo obligatorio. Si los feligreses mahometanos han de viajar al menos una vez en la vida a la meca, cualquier devoto de esa religión llamada fútbol debería pisar en alguna ocasión una cancha argentina. Nosotros ya hemos recibido este sacramento.
Sábado 3 de octubre. 20h. Dos colores: rojo y negro. Ya se escuchan los cánticos antes de acceder a la platea. Son ellos. La Barra Brava de Newells espera escoltada por la policia para acceder al estadio justo en el momento en que se vaya a poner en juego el cuero. 1ª división argentina. El corderito se llama atlético Tucumán, y su hinchada ocupa una esquinita de la cancha, con cordón policial a ambos lados y las gradas contiguas desocupadas. Sobra decir los motivos de tanta seguridad. Demasiados antecendentes.
Salta Tucumán al terreno. Gran pitada. Salta Newells. Pelos de punta. Cuerdas vocales que se tensan hasta peligrar su integridad. Ensordecedor. Comienza
el espectáculo. Al poco, Atlético demuestra ser poco rival esta noche para el equipo Rosarino. Llegado el descanso el ambiente se calma un poco. Han sido 45 minutos de cánticos incesantes. Newells ya gana por uno a cero. Tras la reanudación, dos goles más. A 15 minutos del final, la grada popular ya celebra el triunfo. Bengalas y fuegos artificiales. Canciones
que profesan la fe en el club, con melodías prestadas de algunas grandes bandas como los Fabulosos. Pitido final. Los de la popular deberán esperar un rato para salir escoltados cuando se desaloje el resto del estadio.
Afuera, el mundo parece un lugar tranquilo.
ROSARIO TIENE VIDA. EL PARANÁ.
Ésta es otra ciudad. Nos han dado el cambiazo. Domingo primaveral. Todas las grandes extensiones verdes a orilla del río están abarrotadas. La gente juega al fútbol, despliegan sus picnics sobre la hierba. Los jovencitos toman el mate, en corro.
Suena alguna guitarra. En la terraza de la fluvial actúa la Rock and Rule Swing Band, haciéndolo fluir hasta incitar al baile.
Nosotros vamos a cumplir con un deseo que tenemos hace días y que sólo se puede hacer en fin de semana: viajar en barco por el Paraná. Estamos hablando de uno de los ríos más anchos y caudalosos del mundo, así que para estos galleguitos es toda una experiencia. Desde la cubierta vemos como el barquito se va introduciendo por los recovecos entre islas. Alucinante. Hay islas habitadas dentro del río. Un martín pescador planea en sentido contrario a la embarcación, con su lomo verde mirando al cielo. Temperatura primaveral por fin. Pablo y Mariana (los primos de David) ceban el mate y lo pasan. El paseo de esta tarde, según afirma la speaker, corresponde a un trayecto que hace cuatro años no se hacía por el escaso caudal.
Maravilloso. La reciente crecida del río nos permite transitar durante dos horas por innumerables recovecos a los que desde hace tiempo sólo se podía acceder en lancha. Las familias descansan al sol. Otras rodean los asadores humeantes. Hay quien navega en piragua, sorteando los camalotes (existen!), y ya de regreso tras virar antes del puente Rosario-Victoria, contemplamos toda la ciudad de Rosario desde su parte norte (La Florida). Al pasar frente a las escalinatas anaranjadas de Parque España, vemos bastante gente sentada. Hay un gran escenario frente a ellos. Ésa es la próxima estación.
BAGLIETTO
Una hora y media antes de que comience el espectáculo, ya está lleno el graderío. Haciendo equilibrio, conseguimos trepar por una empinada ladera de cesped, y tras una hora de espera, se apagan las luces y sale la banda a escena. Se trata de Juan Carlos Baglietto, uno de los mejores intérpretes rosarinos. Pisa el escenario. Un minuto de silencio por
la negra Sosa, que falleció esta mañana. Silencio sepucral. La luna reflejada sobre el río, escapando de la neblina. Alguien hace estallar el aplauso al gritar "Vamos negra!". Primer erizamiento de los cabellos.
Y a partir de aquí, el corazón ya se deja llevar por la embriaguez de los sentidos. Baglietto no es sólo un cantante más que solvente con una banda fabulosa a su merced. Es un exquisito seleccionador de temas para su repertorio. Letras y melodías de ensueño. Destacaremos Príncipe del Manicomio, Canto Versos (del también rosarino Jorge Fandermole) y Luna Tucumana (esta última de Atahualpa Yupanqui)
, pero sobre todo una de cuyo nombre no somos capaces de acordarnos (porque no la conocíamos y él tampoco lo mencionó) que comenzaba diciendo "Soy el principito del asteroide de tu colchón" y ya en el estribillo "Ese soy yooooo!". Reconozcámoslo. El nudo en la garganta fue más allá, y resbalaron algunas lágrimas. Un disparo al corazón. Certero y preciso. Bravo, Baglietto. Bravo. Ahora sí nos podemos marchar de Rosario. Tu canto será el billete de regreso cada vez que la añoremos.