jueves, 15 de octubre de 2009

Cajón de sastre bonaerense



Casi nos estamos yendo. El sábado será Iberia quien tenga la gentileza de devolvernos a casa, un poquito cambiados, eso sí, como después de cualquier viaje si se ha disfrutado en profundidad de él.

Revisando el desordenado álbum de fotos de la memoria, quedan postales sin enviar.

Chovet, un domingo por la tarde, actuando sobre un remolque para todo el pueblo, saliendo de allí casi a hombros. Horas después, despidiéndonos de Lidia y Héctor De Gregorio, sabiéndonos ya parte de la familia.

Y de nuevo Buenos Aires. Recoleta y su cementerio, repleto de suntuosos mausoleos. El MALBA (Museo de Arte Latinoamericano), donde nos asomamos a la obra de Diego Rivera, Frida Kalho y, sobre todo, el fantástico Antonio Berni (todo un descubrimiento). El jardín japonés, esa ventanita a otro rincón del mundo en medio de esta gran urbe. El monumento a la flor...

La clasificación de Argentina para el mundial de Sudáfrica, en la agradable compañía de Darío y sus amigos, asadito de entraña de por medio y vino de uva Malbec. El gol en los últimos compases, el grito, el estallido, en un salón con proyector. La noche que se nos vino en aquella terraza del pasaje San Lorenzo tras la última payasada de Maradona ante los medios...

Puerto Madero, con sus barcos, diques y el puente de Calatrava (conocido como puente de la Mujer). Y más allá, la reserva natural de la Costanera Sur, cuyo paseo te lleva hasta las aguas del Río de la Plata entre un sin fin de especies vegetales en sus lagunas. Retiro, la Torre de los Ingleses, Parque de San Martín, las peatonales, los colectivos en hora punta, las avenidas de nueve y diez carriles...

Son todas postales de esta ciudad frenética, a la que pronto miraremos con nostalgia tanguera. Son sólo una muestra, los negativos latentes de unos días vividos segundo a segundo.

Las madres de mayo

Caminan en círculo,
grave y pesado.
De cuerpo entero,
de sentir amputado.

Curvo el espinazo,
el monumento rodeando.
Sobrevivir del vientre al hijo,
en recuerdo pañuelos blancos.

La plaza es un reloj,
ellas su manecilla.
Dan cuerda a la memoria
los jueves a mediodía.

Frente a la casa de gobierno,
las mujeres no olvidan
y dejan al descubierto
las vergüenzas de su Argentina.

Dedicado a las madres de la plaza de mayo, que cada jueves siguen dando vueltas en círculo, en memoria de los hijos desaparecidos en la dictadura, cuya búsqueda siguen reclamando.
Estuve allí, y lo pinté con versos. Y en una hoja arrancada de un block, le dí el poema a una de ellas, quien, tras leerlo en voz alta, me correspondió con un beso y abrazo.

Buenos Aires, 15 de octubre de 2009.

martes, 13 de octubre de 2009

El día de la raza




12 de octubre. Día de la Hispanidad, conocido aquí como el día de la raza. Fecha en que los españoles llegaron al continente americano. Descubrimiento, lo llaman los libros de historia. Invasión, lo consideran los descendientes de las civilizaciones milenarias que casi desaparecieron en nombre la verdadera fe. Saqueo, genocidio... pero claro, había que evangelizar a esos pobres salvajes, dotarlos de alma...




De nuevo, se da la casualidad de estar en el lugar idóneo en el momento justo. Frente al Congreso (monumental edificio de corte neoclásico), una especie de mercadillo adjunto a un escenario. Desde mediodía estamos aquí, cercanos al puesto en el que Sach'a vende platos típicos de cocina andina. Tamales de carne, api, pastel de Quinua...


Se ven numerosas Wiphalas, esto es, emblema de la Confederación Tawantinsuyu (las cuatro regiones del sol, mal llamado imperio Inca) que representa desde hace 5517 años a los pueblos desde el sur de Colombia y Ecuador al norte de Argentina y Chile. Se trata del contrafestejo de este día, la reivindicación de diferentes identidades culturales ignoradas y reprimidas durante siglos de colonialismo occidental.





La Wiphala contiene los siete colores del arco iris, ordenados en filas diagonales de siete cuadrados cada una. Este símbolo es sagrado. Su simbología encierra toda una filosofía, en buena parte desconocida, en la que la tierra (Pachamama) sería la madre y el sol (Inti) el padre. Cuatro de sus colores representan los puntos cardinales de las regiones. También encierran en ellos los distintos elementos de la naturaleza y contiene la Chakana, renombrada después por los conquistadores como la constelación de la Cruz del Sur. En la mayoría de ellas, la diagonal central es blanca, pues es el color que representa a los pueblos del sur de la confederación, los situados de Cuzco hacia abajo (el Qollasuyu): el norte de Argentina.

Al cabo de unas horas bajo el espléndido sol de este día, escuchando coplas, tonadas del norte y otros cánticos folklóricos, empezamos a movernos. Arranca la marcha. Invadimos el asfalto por Callao hasta Corrientes. Imagínenselo. ¿Qué demonios hacen dos gallegos en medio de una movilización que tiene cortada al tráfico calle Corrientes, y va rumbo al obelisco de 9 de Julio? A los pocos minutos ya coreamos los cánticos. "En la falda de aquel cerro tengo mi pueblito, milenario y misterioso llamado Italaqué". "5 siglos resistiendo, 5 siglos de coraje, van teniendo siempre la esencia. Y es tu esencia y es semilla y está dentro nuestro por siempre. Se hace vida con el SOL, y en la Pachamama florece." Toda la barra de Sikuris con sus bombos y flautas de pan a nuestra espalda. El cuerpo se inquieta y acompaña rítmicamente su caminar bailón. Un delirio.


Estuvimos ahí, como podíamos haber estado en otro lugar. Elegimos bien, y eso que el concierto de los Fabulosos Cádillacs era muy tentador. Sentimos y conocimos. Tocamos un poquito la raíz. Por momentos nos sentimos cóndor, acostumbrados a ser águilas.


Terminamos esta publicación recomendando un vídeo muy interesante, realizado por Chaski Producciones, para quien esté interesado en iniciarse un poco en el tema del que venimos hablando: http://www.youtube.com/watch?v=SjS6J+2fct8 y http://www.youtube.com/watch?v=LQx7c6360-U

Desandando el camino


Minuto 45 del segundo tiempo. Llueve a cántaros en la cancha deRiver. Jugada de Perú... y gol. Argentina está prácticamente fuera del mundial 2010. Tiempo de descuento. El árbitro debía haber pitado ya el final. Corner a favor de Argentina. Centran el balón, lo tocan varios jugadores... ¡Gol de Martín Palermo! Maradona sale del banco y se tira en plancha, deslizando sobre la hierba mojada. Todo el equipo abraza al ariete bostero. Pitido final. La albiceleste sigue viva. El miércoles espera Uruguay. Emoción. Maradona se abraza con Palermo, quien a sus 35 se ha convertido en la salvación de un DT (director técnico, vamos, un entrenador) muy cuestionado en un país que siempre lo idolatró como jugador. El delantero de Boca alcanza la categoría de héroe nacional. Sin duda su abrazo con Diego será portada de más de un diario mañana...

(nota: como se puede observar, la publicación de esta nota es en diferido, ya que no hemos podido acceder a internet antes)

Y afuera en la calle llueve. Qué demonios, jarrea. Tormenta de granizo aquí en provincia de Córdoba. Vamos recogiendo nuestros enseres, pues esta noche toca de nuevo viaje en coche-cama. Destino: Chovet, vía Rosario. Comenzamos a desandar nuestros pasos rumbo a Buenos Aires, etapa final antes del regreso a España en una semana.

El agua resalta lo agreste de la noche en Cabana, lugar donde hemos residido estos días, gracias al amor incondicional de la Flaca Mauvesín y Jámila. Personas que hacen lindos los lugares. Tal vez sea ese el epitafio a estos bonitos días en Córdoba.

Momentos con nombre propio. Podríamos comenzar por Adri, quien nos abrió las puertas y nos guió hasta la sorprendente capilla Buffo. También podríamos extender el recordatorio a l@s amigos y vecin@s de Cabana, que de cuando en cuando se dejaron caer por casa (Grinchu, Sandra...), nos arroparon en el concierto del Recodo del Sol (ese precioso lugar regentado por Marta y Leandro) y nos invitaron a degustar alguna delicia culinaria (Bárbara) este sábado caluroso en que la selección salvó los muebles.

No podemos dejar a un lado a Leti, Ana, Pablo, Bea y el resto de familiares de María, con los que compartimos un té y una picada durante su reunión semanal de los martes, en torno a su abuelo centenario. Otro elenco importante sería el conformado por unos duendecillos incondicionales (Barby, Fer, Noe, Ivy Lau) que también nos colmaron de atenciones, nos mostraron la ciudad y corrieron la voz para que nuestras canciones fueran el canto de un Gallo Negro en Alta Gracia. Qué corral tan bonito, Natalia.

Por lo demás, decir que fueron días de sol, campo, peatonales llenas, cómicos en la plaza San Martín de turno (ésta frente al Cabildo), fotografías en el paseo del Buen Pastor y en la residencia del Ché en Alta Gracia...

A punto de cerrar la cremallera de la mochila, la dulce voz de Grinchu hace más tenue la luz del salón, todos a su alrededor, hipnotizados con su Nana y Tucumáname la vida. Salgamos de puntillas, chicos, no se rompa el hechizo.

jueves, 8 de octubre de 2009

La Fabulosa historia de Guido Buffo

LA FABULOSA HISTORIA DE GUIDO BUFFO

Érase una vez un italiano llamado Guido Buffo que se vino a vivir a las lejanas tierras de la Argentina, allá por la primera mitad del siglo XX.


Guido era una especie de hombre renacentista, una suerte de Leonardo Da Vinci contemporáneo. Artista y científico, cultivó varias disciplinas: música, pintura, geología, astronomía... Durante años, el gobierno peronista subvencionó su trabajo. No cayó aquí por casualidad. Cabana (cerca de Unquillo) parece ser conocido por su potencial energético.


Guido tuvo mujer y una hija, con las que compartió años muy felices de su vida. Sin embargo, tuvo la desgracia de perder a ambas a causa de la tuberculosis. A raíz de este trágico suceso, Guido decidió emplear sus amplios conocimientos multidisciplinares en homenajear a sus seres queridos. De este modo, se volcó en la construcción de una orginal capilla, un templo de amor, cuya visita se convierte en un testimonio fabuloso de su humanismo.


Guido fue un hombre de aquellos a los que se le antojan flexibles los límites entre todas las cosas. Fe y ciencia; religión o religiones; creencia o evolución. Y así lo muestra en cada uno de los detalles de la capilla anexa a su casa, que se conserva como casa museo ya que, todavía en vida, la donara al gobierno provincial de Córdoba. De entrada llama la atención que en la fachada de su casa haya diseñado un reloj-calendario azteca (de herencia maya) tan sólo a unos metros de la capilla, de carácter católico. Pero es dentro de ésta donde su amplitud de miras llega al extremo. La capilla imita la forma de una flor llamada Cardo Santo, y tiene una acústica fuera de lo normal. Prueba de ello es que nos colocamos dos personas de cara a la pared en las esquinas opuestas formadas por los arcos de la estructura, y tan sólo susurrando somos capaces de comunicarnos perfectamente, haciendo el recoveco de la pared las veces de sorprendente amplificador. Y no queda ahí. En el centro de la nave hay un péndulo de Foucalt (que constata el movimiento rotario de la tierra), y si se camina en círculo en torno a él, se produce una sensación auditiva jamás experimentada. Cada pequeño sonido o ruido producido por uno mismo, se amplifica de tal modo que es imposible distinguir su origen, teniendo la sensación de que llega de todos lados a la vez. Con arrastrar lo más suavemente posible la suela del zapato por el suelo, obtenemos en el oído una recepción del sonido mayor que si lo tuviéramos pegado al suelo.


El altar mezcla elementos judíos y cristianos, y en el fresco de las paredes y bóveda podemos observar representada la creación. Una enorme mano de la que emana el polvo cósmico y un sin fin de burbujas que encierran las distintas especies naturales, al más puro estilo darwiniano, con elementos minerales en relieve. En los laterales, su mujer y su hija representadas en el cielo, con poemas en su honor. Otro elemento que llama la atención, por lo avanzado para el ortodoxo carácter de la iglesia de su época, es el hecho de que sólo haya representadas mujeres. Se trata de un cielo, un universo, una creación... de índole femenina. Un homenaje al amor y a la maternidad.


El acceso a la capilla se hace a través de treinta y cinco escalones, tantos como años vivió Buffo con su mujer, y en el suelo de la misma, que representa la entrada en el cielo, una representación del firmamento tal cual podía observarse la noche en que falleció su hija.

Guido Buffó terminó sus días cuadrapléjico y maltratado por la dictadura. Un ejemplo más de cómo el poder sepulta el conocimiento, y de cómo el autoritarismo sólo se sostiene vaciando las mentes del pueblo, promoviendo el pensamiento único, y aislando a los grandes humanistas que, de cuando en cuando, este mundo incomprensible tiene el privilegio de dar cobijo.


(Visita a la Capilla Buffo en Cabana, martes 6 de octubre de 2009)
pd: en breve adjuntaremos fotos y actualizaremos el periplo cordobés.

lunes, 5 de octubre de 2009


ATARDECER EN CHOVET (viernes 2 de octubre de 2009)
El sol es una ficha,
una moneda de oro
introducida en las entrañas
de la tierra
por alguna mano divina
para darle cuerda
durante la noche
y cobrarse el cambio
con las primeras luces del alba.

LA LLEGADA DEL PC
Los dos absortos frente al monitor
mientras el icono de un documento
vuela de una carpeta a otra.
Ambos rondan los sesenta.
Cerca de cuarenta
viviendo en esta casa,
cultivando y criando ganado.
Y hoy, de repente,
llegó un joven inquilino:
la computadora.

CLUB SAN MARTÍN DE CHOVET

Nos bajamos del auto y entramos en la sede social del club deportivo en el que David de Gregorio jugó al fútbol durante su infancia y su adolescencia. Nos recibe Pelusa, el vetusto anfitrión del lugar. Comenzamos a conocer a la muchachada: Chelo (que desde el comienzo de la velada nos tiene a cuerpo de rey), Falasquito (que va y viene descargando el equipo de sonido); Manzana (el antiguo DT, o entrenador, en la época de David) y Velázquez (cocinero del lugar y primer compañero de batallas musicales del enano en Contragolpe). Todos encantadores hasta decir basta.
La gente va llegando.El primer pase lo haremos tras la cena, cuando todavía está a medio aforo la parte del salón de actos habilitada para esta cena-show.
Tras el descanso, al que llegamos en escalada, haciendo un recorrido por temas tranquilitos pero subiendo la intensidad hasta tocar El Tambor, se viene el estallido, que diría la Bersuit. Ha llegado toda la pibada. Jóvenes y no tanto. Todos los amigos y conocidos de infancia y adolescencia de David. Entre ellos, varios que participarán también en el show de modo improvisado: el Chileno (con el que David interpreta el más famoso de los hits de su antigua orquesta Maravedi, de cumbia y cuarteto) y Chabón (que se canta una de Fito). Nosotros hace ya rato que nos vinimos arriba, arrancando palmas de las manos chovetenses y algún que otro coro multitudinario de sus gargantas. Es emocionante ver a buena parte del pueblo volcado con el pibe que marchó para la Europa y que ahora regresa trayendo consigo a unos cuantos gallegos. Tangos, Chacareras... y cuando la ola ya es imparable, repetimos el tambor, la canción que sabe a esta tierra y que nos hace alcanzar el clímax de la actuación cuando dice con la garganta en la cancha, cuando la hinchada se ensancha, para gritar ese gol!
D
el resto de la noche, comentar que no dejamos de ser agasajados en ningún momento hasta llegado el alba, cuando dijimos hasta pronto a este gentío hospitalario que espera nuestro regreso el domingo 11, cuando actuaremos en plena plaza del pueblo.

NEWELLS OLD BOYS
D
ebería ser algo obligatorio. Si los feligreses mahometanos han de viajar al menos una vez en la vida a la meca, cualquier devoto de esa religión llamada fútbol debería pisar en alguna ocasión una cancha argentina. Nosotros ya hemos recibido este sacramento.
Sábado 3 de octubre. 20h. Dos colores: rojo y negro. Ya se escuchan los cánticos antes de acceder a la platea. Son ellos. La Barra Brava de Newells espera escoltada por la policia para acceder al estadio justo en el momento en que se vaya a poner en juego el cuero. 1ª división argentina. El corderito se llama atlético Tucumán, y su hinchada ocupa una esquinita de la cancha, con cordón policial a ambos lados y las gradas contiguas desocupadas. Sobra decir los motivos de tanta seguridad. Demasiados antecendentes.
Salta Tucumán al terreno. Gran pitada. Salta Newells. Pelos de punta. Cuerdas vocales que se tensan hasta peligrar su integridad. Ensordecedor. Comienza el espectáculo. Al poco, Atlético demuestra ser poco rival esta noche para el equipo Rosarino. Llegado el descanso el ambiente se calma un poco. Han sido 45 minutos de cánticos incesantes. Newells ya gana por uno a cero. Tras la reanudación, dos goles más. A 15 minutos del final, la grada popular ya celebra el triunfo. Bengalas y fuegos artificiales. Canciones que profesan la fe en el club, con melodías prestadas de algunas grandes bandas como los Fabulosos. Pitido final. Los de la popular deberán esperar un rato para salir escoltados cuando se desaloje el resto del estadio. Afuera, el mundo parece un lugar tranquilo.

ROSARIO TIENE VIDA. EL PARANÁ.
É
sta es otra ciudad. Nos han dado el cambiazo. Domingo primaveral. Todas las grandes extensiones verdes a orilla del río están abarrotadas. La gente juega al fútbol, despliegan sus picnics sobre la hierba. Los jovencitos toman el mate, en corro. Suena alguna guitarra. En la terraza de la fluvial actúa la Rock and Rule Swing Band, haciéndolo fluir hasta incitar al baile.
Nosotros vamos a cumplir con un deseo que tenemos hace días y que sólo se puede hacer en fin de semana: viajar en barco por el Paraná. Estamos hablando de uno de los ríos más anchos y caudalosos del mundo, así que para estos galleguitos es toda una experiencia. Desde la cubierta vemos como el barquito se va introduciendo por los recovecos entre islas. Alucinante. Hay islas habitadas dentro del río. Un martín pescador planea en sentido contrario a la embarcación, con su lomo verde mirando al cielo. Temperatura primaveral por fin. Pablo y Mariana (los primos de David) ceban el mate y lo pasan. El paseo de esta tarde, según afirma la speaker, corresponde a un trayecto que hace cuatro años no se hacía por el escaso caudal. Maravilloso. La reciente crecida del río nos permite transitar durante dos horas por innumerables recovecos a los que desde hace tiempo sólo se podía acceder en lancha. Las familias descansan al sol. Otras rodean los asadores humeantes. Hay quien navega en piragua, sorteando los camalotes (existen!), y ya de regreso tras virar antes del puente Rosario-Victoria, contemplamos toda la ciudad de Rosario desde su parte norte (La Florida). Al pasar frente a las escalinatas anaranjadas de Parque España, vemos bastante gente sentada. Hay un gran escenario frente a ellos. Ésa es la próxima estación.

BAGLIETTO
U
na hora y media antes de que comience el espectáculo, ya está lleno el graderío. Haciendo equilibrio, conseguimos trepar por una empinada ladera de cesped, y tras una hora de espera, se apagan las luces y sale la banda a escena. Se trata de Juan Carlos Baglietto, uno de los mejores intérpretes rosarinos. Pisa el escenario. Un minuto de silencio por la negra Sosa, que falleció esta mañana. Silencio sepucral. La luna reflejada sobre el río, escapando de la neblina. Alguien hace estallar el aplauso al gritar "Vamos negra!". Primer erizamiento de los cabellos.
Y a partir de aquí, el corazón ya se deja llevar por la embriaguez de los sentidos. Baglietto no es sólo un cantante más que solvente con una banda fabulosa a su merced. Es un exquisito seleccionador de temas para su repertorio. Letras y melodías de ensueño. Destacaremos Príncipe del Manicomio, Canto Versos (del también rosarino Jorge Fandermole) y Luna Tucumana (esta última de Atahualpa Yupanqui), pero sobre todo una de cuyo nombre no somos capaces de acordarnos (porque no la conocíamos y él tampoco lo mencionó) que comenzaba diciendo "Soy el principito del asteroide de tu colchón" y ya en el estribillo "Ese soy yooooo!". Reconozcámoslo. El nudo en la garganta fue más allá, y resbalaron algunas lágrimas. Un disparo al corazón. Certero y preciso. Bravo, Baglietto. Bravo. Ahora sí nos podemos marchar de Rosario. Tu canto será el billete de regreso cada vez que la añoremos.

domingo, 4 de octubre de 2009

Fotogramas rosarinos



Revolotean alrededor de las mesas,
como gorriones tras el almuerzo,
los niños sucios y despeinados
y a la noche,
los cartoneros tras la cena,
rumiando restos
de la gula del progreso
que se sonroja por el vino,
y no por su vergüenza.

Un taxista pelirrojo
sse emociona hasta el cardias
al prescribir con rigor poético
el remedio para su país.
Y no nos cobra la disertación.

Charly, Sabina o Fito.
Bersuit, Los Fabulosos o Silvio,
brotando todos
de gargantas mercenarias
en el Sabina Bar
para deleite de estudiantes
ruidosos y bien parecidos.

Ellos, gastados y enfermos
del mal endémico de su país:
una suerte de simbiosis
entre orgullo y resignación.
Hay un par,
rechonchos y sonrosados,
que vomitan ideales al corear
un estribillo de Baglieto.

Otro, con apariencia
adolescente de serie norteamericana,
escolta a la diosa de la noche,
dichoso y temeroso a la vez,
consciente del papel
secundario y prescindible
que la belleza sin paliativos
de una mujer
otorga a sus ocasionales beneficiarios.

De todas los demás,
decir lo evidente.
Huelga hablar
de su gobierno en retaguardia,
de sus miradas con pie de página
o de la pasarela de moda
en que convierten
sus idas y venidas al baño.

Mientras tanto,
seguimos riendo
desde la última fila
de este extenso patio de butacas.
El show debe continuar.
Los actores siguen dándolo todo.
Hoy nos permiten
incorporarnos al reparto,
en una breve aparición estelar.
Se desentumecen los dedos.
Se afilan los colmillos.
Se escupe la verborrea castellana
y, según el parte policial,
se terminan afiliando
innumerables cómplices
al sindicato de nuestro crimen.

Y en la última estación,
en la periferia de la madrugada,
una autóctona
con ojos de autómata por el neón,
se esfuerza por balbucear algo que,
de todos modos,
no llegaremos a entender.

Rosario. 2-10-09

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Ciudad de Mil Poderes



Así le canta De Gregorio a la ciudad en la que residió tantos años, y que ahora acoge durante unos días a los bloggeros que os escriben.
Rosario es un lugar tranquilo, si es que ese adjetivo se puede aplicar por estas tierras para algo que no sea la vida en el campo o la montaña. Pero lo cierto, es que lo que más hemos hecho hasta este momento es caminar por los numerosos y enormes parques que se extienden por toda la ribera del río Paraná que, según me han chivado por ahí, en guaraní significa río que se mezcla con el mar.
El ir y venir de gente se concentra entre las peatonales San Martín y Córdoba, perpendiculares entre sí y que conforman el eje entorno al que se estructura el microcentro de la ciudad, dibujado sobre el mapa como una cuadrícula perfecta (al estilo del ensanche de Barcelona, pero menos ordenado urbanísiticamente sobre el terreno). Podría decirse que, en proporción, hay más taxis y autobuses (colectivos), que coches particulares circulando por esta maraña de paralelas y perpendiculares, en la que se cumple la misma máxima que en Buenos Aires: el peatón es el último mono. Sálvese quién pueda. Y no te fíes del semáforo con el caballero en verde. No es garantía de seguir con vida.
El monumento a la Bandera, que ya nombramos ayer, conmemora la liberación de la Argentina por parte del general San Martín, y el establecimento de la bandera que hoy conocemos como emblema oficial. Anoche, mientras deborábamos un enorme dorado ( pescado de río) a la brasa, Pedro Reñé (nuestro anfitrión) nos comentaba lo curioso de que una figura tan encumbrada como San Martín, retrato perenne de militar recio en todas la aulas escolares de su infancia, pasara los últimos 30 años de su vida exiliado en París. Una más de las paradojas de un país tremendamente contradictorio en lo político. Frente al mentado monumento se encuentra otro más actual dedicado a los caídos en las Malvinas.
Las largas escaleras situadas frente al Monumento a la Bandera, y que forman parte de él anexionándole una especie de Templo Neoclásico con un pebetero en llamas situado en el centro del mismo, conducen hacia la plaza 25 de Mayo, a la que rodean, entre otros edificios emblemáticos, la catedral de Nuestra Señora del Rosario y la Municipalidad ¨Palacio de Los Leones¨.
Otros edificios o lugares monumentales de la ciudad se encuentran en fase de restauración, algo que parece haber comenzado hace tiempo pero no se sabe muy bien hasta cuándo durará. Es el caso del Parque España, o el precioso edificio de la facultad de Derecho que, junto al de la Casa de Gobierno Provincial (en cuyo interior se sitúa la plaza Cívica), flanquean la bonita plaza de San Martín.
Y sin ánimo de convertinos en una guía de viajes (para eso ya hay numerosas editoriales que se lucran de ello), resaltaremos un par de enormes avenidas, fundamentalmente comerciales e ideales para encontrar sitios donde comer, tomar café o una copa: Pellegrini y Bulevar Oroño. Este último, delimita el microcentro y lo separa del cercano barrio de Pichincha, hoy por hoy bastante tranquilo pero en otra época decadente. En resumidas cuentas, uno de esos barrios que cualquier ciudad portuaria ha tenido en algún momento de su historia, con negocios relacionados con el sexo y otras actividades de cuestionable carácter legal.
Volviendo a la canción de David De Gregorio que dá título a esta publicación, diremos que hemos sometido a un estudio exhaustivo, marcadamente científico y con un amplio sentido antropológico, la frase en la que dice eso de una peatonal llena de muñecas que van luciendo ajustado el pantalón. Tras un muestreo basado en la observación directa y posterior análisis de datos, nos atrevemos a corroborar que la afirmación del mencionado cantautor es veraz en un alto tanto por ciento.
Buenas noches desde Rosario. Vamos a ver si encotramos algo de música en directo en el café de la Flor (este tipo de salidas también obedecen a estudios relacionados con la actividad cultural del país).
Ciao!

lunes, 28 de septiembre de 2009

Domingo en familia





Chamamé en la radio. Dos cajones de nevera para recoger el agua de las goteras sobre la repisa del hogar. Sobre la mesa, pizelas, dulce de leche y el mate. Héctor De Gregorio corta leña con la motosierra. Viento del este, lluvia como peste. Así reza el refranero gaucho. Vienen las visitas en un rato. Se ha de encender la brasa en el asador. Están deseosos de ver a David, que hace tres años que no viene. Y de paso, de preguntar a los gallegos para saber qué se cuece por el viejo continente.
Van llegando. Todo es dulzura, a base de abrazos y vocales eternamente alargadas en cada sílaba. El tío Héctor no nos quita ojo. Lo conocimos ayer, y se quedó bastante perplejo al vernos cubiertos con gorra y sombrero.
Hay un niño pequeño en la reunión. Esto completa la estampa de domingo en el campo, sin dejar a un lado a los perros, al gato, los chanchos y las gallinas. En la tele, como no, fútbol. Vemos repetidos por enésima vez los goles del partido de Tigre de la tarde anterior. Se da el pistoletazo de salida, y el primo Sergio descorcha el vino. Desde este momento, no se le concede tregua a la digestión. A la segunda copa del oscuro caldo patagónico, tío Héctor, visiblemente más rojo, comienza a cargarnos (que es como aquí dicen a bromear) usando continuamente en sus chistes el verbo coger (imagino que todos conoceis el sentido sexual que esta palabra tiene en Argentina).
En la sobremesa, miniconcierto. Turnamos las dos guitarras entre los Davides y Jorge, y se reciben los primeros aplausos de esta gira (hay quién ya se anda preguntando si de verdad vinimos a tocar...). Charla sobre fútbol y política, los eternos temas de debate del pais. Jorge y yo necesitamos descansar un poco, y nos retiramos a echar la siesta. Nos despierta con violencia la voz de De Gregorio Jr, llamando a comer de nuevo. Pregunto entre sueños que a comer qué... Así que allá vamos de nuevo a la carga, a deborar sandwiches de miga.
Cuando terminaron de marchar los familiares, sacamos de nuevo las guitarras para suavizar la digestión a base de música. Mate, café, siesta... El caso es que eran las 3 de la mañana, y aquí mi compadre el de la guitarra y un servidor mirábamos fútbol americano por la televisión. ¿Que por qué? Para no ver por quincuagésima vez el empate de River, la derrota de Boca, las mejores jugadas de Racing e Independiente...
Lunes 28 de septiembre. 8 de la mañana. Arriba todo el mundo. Nos vamos a Rosario. La hiperactividad de David se nos va contagiando a pesar de la somnolencia, y vamos acertando a preparar la mochila para unos días en la ciudad a orillas del Paraná. Héctor nos acerca en el auto, y tomamos (que no cogemos) el bondi (véase, autobús). Este trayecto no ha existido. Todos durmiendo.
Ya estamos en Rosario. Conocemos a nuestro anfitrión acá (el hacedor de canciones Pedro Reñé), y nos dirigimos a continuar con las visitas a familiares. A media tarde, el primo Pablo nos lleva en auto a tomar una visual del barrio de La Florida, donde unos cuantos hacen Kite Surf embutidos en neopreno sobre las aguas dulces del Paraná. Arena de playa, tablas de surf... pero es un río, y hace un frío de mil demonios. Al regresar a nuestro coche paramos a hacer una foto junto a un Renault Torino, todo un clásico del parque automovilístico argentino. Nos detenemos en el mastodóntico monumento a la bandera, que ya empieza a iluminarse, y Pablo se despide.
Laura y David lo hacen poco después, pues han de regresar a Chovet. Y aquí quedamos de nuevo Jorgito y yo, peatonal Córdoba arriba y abajo. Pero esta noche, Rosario va a disculpar nuestra ausencia. Estamos rotos, y tras publicar este nuevo capítulo de la aventura, nos vamos a la cama.
Muchos besitos. Buenas noches.

sábado, 26 de septiembre de 2009

hasta pronto, Buenos Aires...

Esto es el paso de un ciclón. Dudamos si publicar, pues fatan algunas ímágenes fundamentales que no podemos cargar por dificultades técnicas del locutorio en el que andamos, y, a pesar del anacronismo, decidimos pasar a vista de pájaro por las últimas horas pasadas en Buenos Aires. La publicación anterior, como comprobarán por las fechas, es posterior a ésta, pero no queríamos dejar pasar más días sin anotar las últimas horas en Buenos Aires.


Noche del 23 de septiembre, camino al 24. Fue un día de 48 horas. La Grande no defraudó: más de diez personas en el escenario entre percusión, metales, bajo y guitarras (uno de ellos fue el único que nunca estuvo dentro de la tocata). Araoz Club. Los muchachos cuentan sus pesos para ver lo larga que será la noche. Y promete. Babel de acentos. La orquesta creciendo, y las horas transcurriendo. Tomamos nota de la noche bonaerense, visitando algunos otros garitos.

Mediodía del 24. Plaza de La República. Foto al obelisco. Vamos con prisa. Apenas 10 pesos en el bolsillo y los bancos cerrando. Y Jorge lo ve, y lo llama dando un certero grito desde la acera de enfrente. ¡Leiva! Y se gira, en la entrada del hall del Hotel Colón. Charlamos, le damos un disco y nos hacemos una foto, que publicaremos el día que tengamos el cable necesario. Pereza tocaba el 25 en el Metropolitano. Nos despedimos, alucinando de la casualidad de toparnos con él en esta megaurbe brutal.

Comienza la carrera. Media hora para el cierre de los bancos. No sólo lo logramos por los pelos, sino que nos hacemos amigos del chico del mostrador, quien nos invita a pasar por su casa a la tarde ya que también vive en San Telmo. Tal visita se produjo, y entre humo, risas y disertaciones políticas, una amistad en ciernes queda en el aire hasta nuestro regreso a Buenos Aires, donde un asado nos espera cuando pasemos a llevarle nuestro disco. Al rato de marchar descubrir el parecido razonable que nos martillea la cabeza desde hace un rato. Es el Robert Downey Jr.porteño.

Noche del 24. Una de nuestras anfitrionas nos lleva a cenar comida peruana. Buen vino, y mejores risas, entre tamal y pescado crudo macerado en abundante cilantro (algo a lo que no estamos acostumbrados, y nos atrevemos a reconocer tras bajarnos la botella de tinto). Avenida de Mayo. De vuelta al barrio. Al ir acompañados por alguien que lo conoce bien, descubrimos nuevos rincones. El Negrín. Suenan los Zeppellin, Bowie, The Clash... y tres porteños conversan de fútbol desde que llegamos hasta que marchamos. Boludo es un término que aparece cada tres palabras. Del último garito no recordamos el nombre. Sin comentarios.
Y este trío calavera regresa a casa por las desiertas calles de adoquines. Transformamos el salón de casa en el último local haciendo sonar en la compu a Spinetta, Bersuit y Cerati, mientras Jorge trata de seguir la armonía con una guitarra afinada en otro tono.

Mañana del 25. Ahí está él, apoyado en un cristal de la plataforma 3-4 de la Terminal Retiro. Y ella. David de Gregorio y Laura se unen a la expedición. Bondi rumbo a Rosario, y de allí a Chovet.
Hasta pronto, Buenos Aires. Nos vamos al interior...

Entre chanchos





Chovet: 26-9-09
Cuelga la ropa tendida de un cable de alhambre que va desde un paraíso a un ciprés.
Cantan los pájaros, calandrias, tordos, horneros, torcaza, perdices, cotorras... y los gallos, por supuesto.
Esta es la foto sacada en medio de la nada. Le hemos puesto cara al galpón, al silo (con su chimango), al bombeador del agua (acaba de cesar su ruido, pues lo han detenido).
Héctor de Gregorio, del que el pequeño David es un calco jóven y europeizado, nos llevó a dar de comer a los chanchos (más de 200 cabezas) y a los lechoncitos, separados de sus madres tras el destete.
Lidia prepara los fideos, toda hospitalidad; antes lo hizo con el café, el mate, la torta... el choripán lo hizo el padre (la brasa es cosa de los hombres).
Pinos y sauces, acariciados suavemente por la brisa pampeana de esta soleada mañana de primavera. Volviendo las chanclas a los pies. El único pasadizo hacia el progreso es la ruta 33, que va de Rosario hacia el Sur y se la ve a lo lejos, casi a un kilómetro de la casa, con un incesante ir y venir de chatas de diferentes tamaños...
Un "peludo", que por la explicación debe ser algo parecido a un armadillo, ha excavado la raíz de un paraíso sobre las ruinas de un carro. Héctor de Gregorio ha colocado el nido caído de un hornero y trata de hacernos entender la estructura interna de esta sofisticada vivienda para aves.
Tom, Jerry, Pita, Peter... son algunos de los perros. Bien mansitos. Tom descansa a la sombra del banco sobre el que escribo.
Y así todo. Lidia, de 62 años ya nació en esta casa. Su raíz parece agarrar de donde la nuestra, del centro del planeta. De seda y azahar. Aquella casa en la huerta murciana, entre bancales y cuadras. Acequias, tablachos... Los mismos rosotros arrugados, ojos entornados y sabios; manos agrietadas de labor.
Los horneros pasean saltarines buscando barro para construir sus nidos y las torcazas cantan (recuerdan a las tórtolas).
Ya estan los fideos.
Héctor nos enseña el registro anual de lluvias. El año pasado fue seco. Mes a mes todo queda registrado durante años, paras saber cuándo vendrá la lluvia. Parte de la tierra descansa ahora para la próxima siembra del maíz. Hay cebada y habrá soja, pero hay que rotar la tierra pues este cultivo la castiga en exceso.
Vamos a la mesa. Se pasan los fideos.

PD: las cotorras llegaron emigrando de Entre Ríos, debido a la construcción del puente entre Rosario y Victoria. 40 Km sobre el ancho del río Paraná.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

"Caminito" a La Boca.


Amanece el 23. Se secan los adoquines de las calles de San Telmo, las mismas que anoche nos devolvieron temprano a nuestro hogar prestado a causa del frío húmedo e intenso.
Amanece y florecen las avenidas, bulliciosas; hervideros de gente atareada y niños cargados con mochilas tomando o descendiendo de los colectivos que sortean sin dificultad los numerosos baches del pavimento.

Resuena una guitarra, con el eco propio de un inmueble de techos altos. Por fin afinada, tras haber destensado las cuerdas para no tentar la suerte con la presión del vuelo. Mientras, Jorge toma café con los padres de una amiga bonaerense que vive allá en Murcia. Al encontrarnos, me los presenta, y reconozco en sus ojos la emoción de sabernos puente y pasaporte carnal entre sus corazones de padres nostálgicos y el de la hija que marchó para abrirse camino por el viejo continente.
Bajamos hasta Avenida de Colón, con el firme propósito de cambiar moneda, y descubrimos que la tarea no resulta tan sencilla como pensábamos. Al final no lo conseguimos. Sumamos nuestros pesos y calculamos que seremos capaces de aguantar hasta la mañana siguiente, sin privarnos de demasiado, para no alterar la ruta de hoy, ya que las casas de cambio no nos pillan cerca del barrio que pensamos recorrer.

Y así, tomamos calle Defensa, atravesando San Telmo a todo lo largo rumbo al Parque Lezama. Pasamos por delante de lugares ya visitados: La Vitrola, garito genuino donde ayer tomamos la foto con la ordenanza de no escupir al suelo; el Medio-Medio, un bar uruguayo en el que anoche conocimos a un cantautor de acá (Marcelo Stutz) y en el que hoy dejamos nuestras señas, por si se les antoja invitarnos a tocar; y el mercado de San Telmo, con su estructura metálica en la techumbre a modo de estación ferroviaria. Primera parada. Porque tienen un puesto de comida dentro con un pastel de acelgas de pinta exquisita. Porque con el sol apetece una cerveza. Porque es el primer lugar a cubierto que encontramos donde se pueda fumar.
Una cuadra más arriba damos con Plaza Dorrego, la más antigua de la ciudad después de la Plaza de Mayo. En ella conviven las terrazas de los restaurantes, a los que rápidamente nos invitan los muchach@s cargados de panfletos publicitarios de cada uno de ellos, con los artesanos que extienden sus productos en los aledaños de la plaza. En el centro, una pareja ataviada con la vestimenta tradicional, baila tangos para deleite de los comensales y demás transeúntes.
Atravesamos el Parque Lezama, con la antigua mansión que hoy alberga el Museo Históric
o Nacional, el monumento a Pedro Mendoza (fundador de la ciudad) y la iglesia Ortodoxa Rusa.
Entonces tomamos la Avenida Almirante Brown. Adivinarán donde nos dirigimos si les digo que a lo lejos vemos dos colores: amarill
o y azul. Para más señas, la Bombonera. El templo del dios Maradona. Justo al principio de esta amplia avenida, divisamos en la otra acera una Asociación-Club de Blues. Nos llama la atención verlo abierto a medio día, y cruzamos la calzada a echar un vistazo. Resulta ser el local más antiguo de la ciudad dedicado a este estilo musical, donde por supuesto, se siguen programando actuaciones. No perdemos la oportunidad, y volvemos a dejar nuestro contacto por si a nuestro regreso a Buenos Aires la segunda semana de octubre nos pudieran hacer un hueco.
A mitad de la avenida nos encontramos con La Casa Amarilla, réplica de la antigua vivienda del almirante Brown. Y así, nos introducimos en el barrio de La Boca, con sus vistosas fachadas de chapa multicolor. Sabor italiano y porteño. La cancha de Boca Juniors en medio, rodeada de numerosas tiendas con camisetas y otros objetos para rendir culto con fervor religioso al club del que surgió "el pelusa", la deidad argentina por excelencia.
Tres y media. Otro mercado. Más chiquito. Su bóveda decorada con un enorme mural. Nos llega el olor. El sitio se llama "La Escondida". Tan solo un par de mesas de madera cojas, y un señor de cierta edad vigilando las brasas. Boina calada. Chorizos y chinchulines, entre otros manjares carnívoros. Nos miramos. Se viene la primera parrillada, aliñada con chimichurri. En la caseta contigua, un señor con barba blanca levanta la persiana y coloca sobre el mostrador un cartón donde se puede leer: Tarot. Un poquito más allá, un puesto dedicado a santería.
Una vez damos buena cuenta de la comida, proseguimos barrio abajo hasta llegar a la meta de nuestra etapa: Caminito, como el tango que le da nombre. Pintoresco conjunto de calles, especialmente cuidado de cara al turismo, con cafés, tiendas y restaurantes que conforman un concurrido museo urbano mirando a Riachuelo, sobre el que se extiende el gran puente Nicolás Avellaneda. Un chico grita "¿Una foto con Diego?", y al girar la cabeza vemos a un tipo CLAVADO a Maradona, enfundado en la elástica de la selección. Os podéis imagiar la risa. Qué par de...

Tomamos un café en la esquina conocida como Vuelta de Rocha, sobre todo para calentarnos pues el sol comienza a descender y con él la temperatura, y nos disponemos a tomar el colectivo nº 29, para volver al punto de partida: La Calle Bolívar. Aviso a navegantes: no es lo más recomendable tomar un bus en Buenos Aires si uno se halla en plena digestión de una suculenta parrillada.
Y aquí seguimos, preparados para afrontar otra noche bonaerense. Parece que hoy habrá percusión. "La Grande", se hacen llamar. Que Dios guarde nuestras almas...



martes, 22 de septiembre de 2009

24 horas en Buenos Aires



Tango, mate y dulce de leche.




No hay jet lag que no cure una buena dosis de tango, mate, milanesas y facturas con dulce de leche. Buenos Aires apareció, al fin, tras 12 de horas de vuelo y varios meses de ensoñación. La flota de vehículos de Manuel Tienda León nos acercó desde Ezeiza hasta el corazón del carismático barrio de San Telmo. Me pareció escuchar que los adoquines susurraban: "Gallegos, que bueno que vinieron".



Buenos aires y mejores olores. Cubriendo y superando las expetativas iniciales. Que los anfitriones se vuelquen con los invitados y que la primera noche les lleven al Milonga, club de tango, sinónimo de elegancia, baile y bandoneones, no es sino un preludio de lo que puede ser la experiencia de nuestras vidas. La lluvia nos ha acompañado en el primer día de tanteo por el barrio de San Telmo, pero el buen vino de Mendoza y la hospitalidad bonaerense nos hacen presagiar lo duro que resultará dejar atrás esta megalópolis camino de Rosario.


Las horas previas a la partida transcurrieron lentas, comenzando en el vagón de un tren que dejaba atrás nuestra pequeña Murcia y todo lo que de uno encierra su lugar de origen. Ya en Madrid, a pie de barra, comprobamos como la selección española de baloncesto despejaba cualquier duda acerca de su hegemonía en Europa, y entre caña y caña se dio el reencuentro con algún viejo amigo que habría de acogernos en esa noche de transición entre dos continentes. Una cosa llevó a la otra, y sin saber muy bien cómo, pues llegamos al aeropuerto con dos horas de antelación al vuelo, terminamos corriendo por la puerta R de la T4, guitarras a la espalda incluídas, para no llegar tarde al embarque.



¿Quilmes o Heineken?. Quilmes, por supuesto, le contestamos a la camarera de la Milonga. Sobre el suelo de madera se deslizaban pares de piernas a ritmo de tango, sensuales y armoniosas. Y unas empanadillas criollas, por favor. Entonces subió la orquesta Afronte al escenario. Piano, violines y cuatro bandoneones inquietos, rezongando, armonizando y hasta percutiendo las melodías de algunos de los tangos más tradicionales de Argentina. Los chavones, invitando al baile a las pibitas, guiando sus pasos brazo a la espalda. Vamos aterrizando, apegándonos a este suelo, como en el idilio bailón de los pies y la madera.



Pero será al despertar cuando comprendamos que es otro cielo el que nos ampara. Cono sur. Segundo día de la primavera. Lluvia y frío, postrero presente de un invierno que hizo las maletas hacia el hemisferio norte. Plaza de Mayo, Peatonal Florida, El Cabildo... y de nuevo, el barrio, del que ya somos un poquito. Su mercado y su vida, ajena al cercano centro comercial de esta gran urbe.


Y así, entre vino, milanesa y papas fritas, se sobrevino la siesta. No todo va a ser inmersión cultural. Se siente. 24 horas. De nuevo el contador a cero. Comienza la segunda noche.